¿Cómo se dice “hacer el amor” en lengua de señas?

“Para amar es preciso hablar. El amor es inconcebible sin la palabra, justamente porque amar es dar lo que no se tiene y no se puede dar eso sino es hablando”.  J.A. Miller

Hace algunos años, recibí el pedido de una organización que nuclea a familiares de jóvenes sordos para desarrollar algunos talleres en los que se explorara cuestiones relacionadas a la sexualidad, a la prevención del VIH y a la salud en general con un grupo de adolescentes sordos que asisten a un colegio secundario de Montevideo.

En el pedido, se conjugaban las preguntas que tenían los adolescentes pero también las preocupaciones de algunas mamás por la emergencia de situaciones nuevas, muchas de ellas derivada de la convivencia en el liceo entre los adolescentes sordos y sus compañeros y compañeras oyentes.

A poco de iniciado el primer encuentro con el grupo de jóvenes, les propuse que me enviaran mensajes de texto a mi celular, exponiendo preguntas y dudas relacionadas con los sentimientos, con las relaciones y con su sexualidad. De esa manera, fue posible identificar algunas dudas y preocupaciones comunes preservando la intimidad de las preguntas.

En esa primera conversación, surgió algo que me resultó intrigante: ellos tenían mas o menos la misma manera de decir en lengua de señas “tener sexo” y “hacer el amor”.

Aunque no siempre sucede, tener sexo y hacer el amor pueden ser cosas diferentes. Al menos nos gusta pensar que esto es posible! Pero ¿como harían estos adolescentes para plantearse esta (posible) distinción si tenían solo un signo, es decir una sola palabra, para decir ambas cosas?

Y enseguida algo peor: según me explicaron luego, “si alguien le hace el sexo a otro o a otra (tal vez sin que esa persona lo desee) se utiliza la misma seña” para decir lo que ha ocurrido.

Hablamos mucho sobre ésto y se sucedieron varias discusiones y situaciones que generaron tensiones, preguntas y aclaraciones pues eran cosas nuevas y necesitaban ser reflexionadas.

Para amar es preciso hablar. La sexualidad humana está hecha de palabras y de signos y no hay modo de acceder a ella sino a través del malentendido y del lenguaje. Por eso es imposible con una sola palabra navegar las diferencias entre tener sexo, hacer el amor o hasta ser victima de un abuso sexual.

Nuestro trabajo comenzó exactamente allí. Creando signos y expandiendo el tesoro simbólico que necesitaban los jóvenes para comprender y comunicar sus sentimientos, sus deseos, sus fantasías, sus encuentros y desencuentros con los otros. Trabajamos alrededor de términos como “sexualidad”, “deseos” y “derechos” explorando cada uno de ellos en la lengua de signos y recorriendo los bordes de sus significados y sentidos.

Después de algunos encuentros, empezamos a pensar cómo comunicar lo que estábamos pensando y aprendiendo a otros jóvenes sordos. Era necesario que aparecieran y fluyeran esas palabras para que algo comenzara a marcarse y clarificarse en relación a los modos de aproximarse al amor, al cuerpo. Y para que aparezcan también las reglas que son imprescindibles para que cuando dos personas se encuentran o se des-encuentren en el territorio de la intimidad, cuenten ambos con herramientas simbólicas similares y con la misma información acerca de los riesgos, las posibilidades y las condiciones que cada uno y cada una necesitan.

Se elaboraron videos, posters y tarjetas con mensajes en lengua de señas. Los que estuvieron más interesados continuaron formándose como multiplicadores y educadores y continúan hasta hoy actuando en escuelas e instituciones de su comunidad. Aquí alguno de esos materiales.

Postcard of Uruguayan Sign Language for "right"Postcards illustrating Uruguay sign language for "condom" Postales en lengua de señas uruguaya: Sexualidad prevention postales-LSU-5

 

Por otra parte, vimos que las preguntas de los jóvenes sordos y hasta la preocupación de sus madres, no era sin sentido. La inclusión tiene sus desafíos y (también) sus des-bordes. Es necesario movilizar información, conocimientos, habilidades y contribuir para que estén los recursos simbólicos que son imprescindibles para “negociar” la intimidad en la adolescencia y siempre.

Digo negociar y me río un poco, pero es así. En este negocio de “dar lo que no se tiene” es mejor no estar sin un poco de recursos.

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