To fuck or not to fuck ¿es esa la pregunta? Discapacidad, diferencia y deseos humanos

Yes, we fuckEl cine no solo nos dice qué desear sino cómo desearlo (S. Zizek, Guía Cinematográfica de los pervertidos)

La película Yes, we fuck, presentada durante los últimos dos años en el marco de festivales y foros de debate, provoca casi siempre un fuerte impacto (visual, emocional y quizás cultural) a los asistentes. La discapacidad es todavía objeto de miradas predominantemente piadosas y teletonizadas. Una película como ésta tiene el valor de provocar, movilizar y generar efectos disruptivos imprescindibles y valiosos en relación a los tabúes y a la discriminación.

Yes we Fuck es un proyecto que toma al cine como herramienta de lucha y acción política[1]. Esta postura militante nos acerca a sus argumentos ideológicos, relacionados con los derechos humanos, pero se mete también en el territorio (más bien jeroglífico) de los deseos humanos, a través de la experiencia amorosa, sensual, erótica de un grupo de personas con discapacidades.

Es allí justamente adonde interesa examinar lo que nos pasa como espectadores (y no solamente en relación con el discurso político, sino en un plano más bien íntimo) al aproximarnos a la experiencia de los protagonistas: con qué personajes nos sentimos cercanos, en cuales escenas nos emocionamos, qué imágenes nos excitan y en cuáles sentimos rechazo? Adónde somos tocados y pro vocados?

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Escena de la pelicula

Parte del impacto que genera Yes, we fuck tiene que ver con escenas de sexo explícito que involucran a personas con discapacidades físicas en algunos casos severas. Inevitablemente, en estas escenas se tiene la sensación de que la película está filmada desde un lugar externo a la realidad que exhibe. Si bien da al espectador la posibilidad de atravesar tabúes ancestrales, corre también el riesgo de jugar con su curiosidad voyerista: siempre hay un impulso a fisgonear cómo cogen dos hombres, cómo llega al orgasmo un trío de mujeres o qué forma o consistencia tiene el pene o la vagina de una persona con discapacidad.

Este aspecto de la película está dedicado a demostrar lo que afirma en su título y quizás no sea su lado más interesante. Por que efectivamente, no hay manera de excluir a nadie del campo libidinal. Todo el mundo se las arregla de un modo u otro para coger y en general con bastante dificultad. ¿Quién podría proclamarse como amador ejemplar si no fuera alguien que tuviera “capacidades diferentes”?

Por otro lado, si bien las personas son capaces de tener sexo sin sentir amor, a nadie le es posible acceder al amor sin pasar antes por algo que es del orden de lo erótico y lo libidinal. En este sentido lo sexual es condición del amor pero no viceversa. Quizás por ello, las dificultades más frecuentes que encuentran las personas con discapacidad en este terreno tienen que ver con lo amoroso y no precisamente por cuestiones de su “diversidad funcional”. Se trata de un obstáculo que deriva de una frecuente des erotización, escrita a lo largo de su infancia por la mirada a veces angustiada de su familia, por el rechazo incómodo de la educación especial que los infantiliza o por las múltiples situaciones sociales en las que se reprime sus deseo y curiosidad sexual .

Yes, we fuck propone cuestiones que están bastante más allá del fucking. Podría hacernos reflexionar, por ejemplo, no solo con lo que el erotismo puede aportarle a las personas con discapacidad sino lo que las personas con discapacidad podrían aportarle al erotismo. Y no solo por la vía de posibles “tips” que se encuentran en la película acerca de erogeneidades irreconocibles o por lo menos no convencionales, sino a  través de cierta búsqueda de la belleza, que la película enseña a través de algunos de los protagonistas. 

Escena de la pelicula
Escena de la pelicula

Una belleza a la que no estamos tan acostumbrados en el campo sexual, mas sutil quizás y de profundo sentido ético.

Una belleza de la que dan testimonio por ejemplo algunas personas con discapacidades físicas, a través de su lucha porfiada por conquistar autonomía personal.

O la belleza que encuentra el placer a través del humor (y especialmente de la capacidad de reírse de uno mismo) que vemos en muchos adolescentes jóvenes con discapacidad intelectual.

O una forma de belleza que podemos llamar “coraje” y que aparece en casi todos los testimonios de la película, como la forma maravillosa y audaz de un erotismo que ha sobrevivido a todo tipo de dificultades.

“Yes we fuck” viene a enseñarnos algo que no está en el sexo como fast food, sino en la diferencia como origen de los deseos humanos.

[1] Toma su nombre de un editorial publicado a inicios del 2006 por una activista norteamericana acerca de los derechos sexuales y reproductivos de las personas con discapacidad en el New York Times, que tuvo gran impacto y difusión.